Me advirtieron sobre ti. Me dijeron que eras vil, que eras crudo, que eras perfecto para personificar el villano en mi vida. Me contaron de tus andanzas y de como blasfemas sobre los demás; me advirtieron de tus hazañas, de tus mentiras y fechorías, y yo estúpidamente no lo quise creer, ¡no! peor aun. Yo no lo quise ver. Me negué rotundamente a hacerlo porque en el fondo tenia la certeza de que todo era verdad, de que tu no eras como yo esperaba, que eras exactamente como me advertían.
Entonces, me planté sobre la grava con una venda sobre mis ojos, con un profundo desespero por verte, por descubrirte, por adorarte, pero ahí estaba esa venda, esa estúpida venda que no me dejaba hacerlo, que no me dejaba amarte. Y yo quería destruirla. Hacerla añicos, quemarla y verla arder para luego fijarme en ti, sin embargo, ella se resistía a darme paso, a dejarme verte tal y como yo esperaba que fueras y, por supuesto, se negaba a dejarme verte para que no descubriera que no eras lo que tanto anhelaba... pero fui persistente, no desfallecí y mírame donde estoy.
Aquí, plantada sobre la grava.
Sin saber nada de ti e incluso sin saber nada de mi o de lo que fui, y lo que perdí por solo pensar en ti.
En ti, ¡idiota! ¡en ti!
Y a mi que sabiamente me advirtieron que sería así... y yo no lo creí.
Vaya, tonta de mi.
Imágenes: Google imágenes
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